jueves, 20 de septiembre de 2018

Muchas personas están llenas de leyes, de números y de prácticas. Llevan todo en su vida organizado y parecen perfectas. Controlan todo hasta el punto de emitir juicios y calificaciones sobre otras personas. Sin embargo, a menos que rasques un poco descubre su sequedad vacía de amor y cercanía.

Son los perfectos imperfectos, porque si los miras bien tienen muy poco de valía y de corazón. No hay por donde cogerlos. Su fortaleza y sabiduría está puesta en la riqueza, en el poder y la influencia. Sus leyes miran para ellos y se aligeran para ellos pero no para los otros.

Necesitamos vaciarnos de todo aquello que nos pierde y nos hace malas personas. Creídas y suficientes y ciegas a todo lo que exige misericordia y bondad. Sólo, vacíos de todo aquello que nos contamina y nos pierde, podremos llenarnos de lo que necesitamos para amar, humildad y misericordia.

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