sábado, 22 de septiembre de 2018

¿Qué clase de tierra hay en mi corazón? Porque, puede ocurrir que haya muchas piedras, abrojos, poca humedad y no tenga buenas condiciones para germinar y dar frutos. Es posible que mi corazón se haya llenado de las seducciones del mundo y su tierra esté endurecida.

Es posible, también, que el abono con el que fertilizo la tierra de mi corazón esté adulterado, contaminado y apegado a los placeres y comodidades del mundo y no hay lugar para que mis raíces se hundan profundamente hasta germinar y dar frutos.

Necesito otra clase de tierra. Tierra limpia, sin impurezas, abonada con la oración diaria, con corazón generoso, disponible y abierta a escuchar la Palabra de Dios, para, luego, injertado en el Espíritu Santo ser capaz de ir dando frutos de verdadero amor.

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