«¡Bien! Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad. ¡Insensatos! el que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior? |
Hoy se vive de las apariencias y se le da poca importancia a la verdad. Parece hasta normal que se mienta por aparentar ser bueno o ante tal situación. No se valora la verdad y la justicia en su medida y se miente por evadirla o por salvar la cabeza.
Da la impresión que la verdad
no importa tanto y sí el éxito, la fama y el poder. Y en base a eso se miente y
se aparenta. Porque, aparentar es mentir mostrándose no como se es, sino como
se quiere ser. ¿Nos sería mejor intentar ser bueno desde el esfuerzo, la verdad
y la justicia?
Quizás hayamos tomado un camino no tan bueno, porque
siendo importante la buena presencia, el saber estar y comportarse, no lo es el
parecer sino el ser. Y para eso hay que cultivar no sólo lo exterior sino
fundamentalmente el interior. Porque, en el corazón se encuentran los buenos
sentimientos, la bondad y el verdadero amor que hay que sacar hacia afuera.
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