El miedo puede traicionar a
la persona cuando, creyendo que necesitas descanso para revitalizarte y
continuar el camino, te dejas ir y luego te das cuenta que te es mucho más
difícil volver. En las vacaciones experimentamos algo de eso. Creemos que nos
van a sentar bien y a reforzar nuestra voluntad y cargar pilas y venimos peor.
Resulta que con el día a día
vamos tomando de nuevo resuello y volvemos a coger el ritmo que necesitamos.
Hay muchos tipos de descanso y el mejor y único es apoyarte y abandonarte en
Jesús. Él te invita a descansar cargando con su yugo y aprendiendo de Él que es
humilde y manso de corazón.
Y nos promete descanso y paz. Porque, el descanso no
está en no hacer nada o cambiar de actividad. El descanso está en dar pausas a
tu vida apoyado en Jesús y contando con Él para todos tus retos y actividades y
esforzarte en imitarle tratando de ser manso y humilde como Él.
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