miércoles, 3 de octubre de 2018

Ese abajamiento, que ya también experimentó y vivió su Madre, humillándose ante la propuesta de Dios nos lo propone Jesús también a nosotros. Un abajamiento que rehúye la seguridad y el lugar seguro y que está disponible al envío donde el Espíritu te proponga. Porque, Jesús no tiene lugar donde reclinar su cabeza.

Posiblemente, no quieras estar donde puedes hacer mucho bien y encuentres muchas justificaciones, incluso no te faltará razón que te justifique, pero, la pregunta es, ¿es ese lugar donde el Espíritu quieres que estés? Y eso nos toca a nosotros discernir con la confianza que el Señor te alumbrará el camino y la respuesta.

Es necesario estar en esa actitud vigilante y discernir que quiere el Señor de cada uno de nosotros. Posiblemente, estás dónde estás y, quizás, has llegado siguiendo su Voluntad, pero debemos procurar nos instalarnos y asentarnos a un lugar establecido sino estar disponible para hacer la Voluntad que el Espíritu nos suscite. Eso necesitará mucha oración y disponibilidad.

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