martes, 9 de octubre de 2018

Sucede que apoyamos nuestra vida en nuestras fuerzas y pensamos que sólo con trabajo podemos lograr que las cosas salgan. Y es verdad que el trabajo es valioso y necesario, pero también toda Palabra que sale de la boca de Dios. Sin la escucha atenta a esa Palabra no lograremos dar frutos de eternidad.

Conviene apoyarse en una para producir la otra. Sin la oración y la escucha a la Palabra de Dios no podemos sembrar buena semilla que dé buenos frutos. Una razón fundamenta lo expuesto: nuestra limitación. Nosotros nos equivocamos y Dios no; nosotros estamos sujeto al error, y Dios no. Necesitamos su sabiduría para saber conducirnos por el mundo.

Hay días que las tareas nos abruman y nos sobrepasan. Andamos inquietos y desesperados y experimentamos la sensación que el mundo se nos viene encima. Posiblemente, necesitamos tranquilizarnos y serenarnos y sentarnos, como María, a los pies del Señor a escucharle. Su Palabra nos dará paz y armonía en nuestro quehacer diario.

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