El prójimo es aquel que está
cerca, pero puede ocurrir que tú lo busques y te acerques a él. En la parábola
que nos ocupa fue el samaritano quien pasaba por allí. De alguna manera se
acercó a él. También tú y yo en nuestros cotidianos movimientos podemos
acercarnos a muchos necesitados y debemos estar vigilantes para no
despistarnos.
Es posible que muchos no te
dejen acercarte, pero, otros quizás sí. De cualquier manera dependerá de ti el
intentar estar presto y atento y lo demás será algo que no está en tu mano.
Pero, tu proximidad debe estar vigilante y disponible, no sea que por tu
negligencia el necesitado se pierda y no se alivie.
Para heredar la Vida Eterna no hay otra solución sino
la de estar vigilante voluntariamente al hermano necesitado. Sea quien sea. Y
sabemos lo que nos cuesta y lo despistados que somos. Por eso, mejor aprovechar
ser como María, del Evangelio de mañana, para poder luego actuar como su
hermana Marta después.
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