Entregar la vida conlleva
mucha paciencia y, quizás, también lejanía. En el silencio del desierto, quien
ha dejado sembrar su corazón, encuentra el espacio donde aclarar y poner en
orden sus ideas y avivar su fe. Por eso hay que ir con mucho cuidado.
No es bueno, al menos a mí me
parece eso, insistir sin compartir. Se necesitan espacio de tiempo y paciencia
para entender y comunicar tu experiencia y tus sentimientos. Y muchas veces son
desconocidos por la misma persona que los sufre. Es necesario abrirse y dejar
entrar el Médico que lo cura todo.
Por eso, las recetas son muy delicadas y en muchos
momentos actúan negativamente. Se precisa mucha oración y mucha humildad. Es
posible que haya que ir en busca de la oveja perdida, pero no todos los días se
pierden las ovejas. Y hay que saber distinguir entre una oveja perdida y la que
se deja, por propia voluntad, perder.
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