martes, 6 de noviembre de 2018

La vida se enriquece cuando tú tratas de abrirte a ella. Y te abres en la medida que te das, te haces servicio, pan y vino para otros. Eso significa que con los otros te enriqueces y también tienes la oportunidad de darte y servir. Y, fundamentalmente, amar.

No puedes hablar con los mismos y repetir siempre lo mismo a los mismos, valga las redundancias. Por eso, la comunidad necesita renovarse, abrirse y ofrecerse a la riqueza de nuevos miembros. Sobre todo a aquellos que no conocen o saben muy poco de quien es Jesús de Nazaret.

Hay, por tanto, que caminar y caminar cargado con tu cruz y renunciando a tantas cosas que buscan tus satisfacciones, tus comodidades, tus gustos, tus ambiciones y proyectos. Porque, tu vida se enriquece cuando experimentas el amor y sigues al verdadero Amor, el Señor, que te exige dejarlo todo para seguirle plenamente a Él. Porque, Él es el verdadero y único Camino, Verdad y Vida.

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