lunes, 12 de noviembre de 2018

Sabemos por experiencia que somos débiles y propensos a caer en cualquier momento. Estamos tentados y seducidos por nuestra naturaleza humana, y este mundo tiene muchas tentaciones que nos apetecen y nos inclinan a cometer ofensas contra nuestros semejantes.

No es fácil mantenerse fuera del alcance de la tentación. Sin embargo, tenemos una voluntad que nos ayuda a sostenernos firmes y rechazar esas tentaciones seductoras. Y también tenemos al Espíritu Santo que nos protege y fortalece. En Él siempre venceremos.

Siempre tendremos que estar vigilantes y dispuestos a la lucha, y eso significa estar dispuestos al perdón. Necesitamos ser misericordiosos y abiertos a perdonar. Porque, precisamente, por la misericordia de Dios somos también nosotros perdonados y salvados, siempre que también presentemos nuestro arrepentimiento.

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