jueves, 17 de enero de 2019

A veces nuestra conciencia está tan dormida que nos cuesta descubrir nuestras deficiencias, nuestros egoísmos, y nuestras omisiones. Y es que cuando más alejados del Señor nos mantenemos, más limpios creemos que estamos.

Hay muchas personas que se confiesan “buenas personas”. Y todo lo concreta en que no roban, no matan, no hacen mal a nadie y ayudan en lo que pueden. Luego, están peleados con sus hijos; no pagan justamente a sus empleados; dedican todo su tiempo a su bienestar y diversión y no se preocupan por como lo pasan los que están a su alrededor.

Es posible que, estando leproso, no veamos nuestra lepra ni la influencia de contagio que tenemos respecto a los que nos rodean. Es posible que nuestra conciencia esté tan deformada que pensemos que lo que hacemos es lo correcto y de nadie tenga que aprender. Posiblemente, nuestra lepra sea tan fuerte que difícilmente, sin la Mano de Dios, podrá curarse.

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