miércoles, 30 de enero de 2019

Resultado de imagen de Mc 4,1-20 por Fano
Cuando la Palabra de Dios no se escucha ni se le pone cuidado, no entra dentro de nuestro corazón y pronto desaparece. El diablo se encarga que todo quede en nada. También, sucede que otros no profundizan ni cuidan la Palabra y, cuando no hay base ni conocimiento, la fe se queda en la superficie y a la menor tribulación o dificultad sucumbe.

Hay también quienes escuchan la Palabra, pero las preocupaciones del mundo, sus afanes, ambiciones y demás concupiscencia terminan por ahogarles y quedan sin frutos. Toda tierra buena necesita un cuidado y un trabajo.

Y es esa tierra la que, bien cuidada y trabajada, recibe la Palabra, la acoge, la entraña en su interior, la alumbra y da frutos. Somos tierra sembrada por Dios, pero Él ha querido que nosotros seamos buenos labradores y preparemos nuestro corazón para, por su Gracia, dar frutos.

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