La vida de Jesús tuvo más
tiempo de vida oculta que pública. Durante, aproximadamente treinta años, su
vida fue oculta, discreta y sin nada notable. Fue un tiempo de preparación, de
formación y de toma de conciencia de quien realmente era. Vivió, podemos decir,
oculto en Nazaret.
Ese tiempo no fue en vano,
pues lo necesitaba para adquirir la fortaleza, la estatura y la sabiduría que
luego necesitaría. Fue un tiempo que le sirvió para descubrir la misión a la
que había sido llamado y para que había sido enviado.
Y, llegado el momento, tiene lugar el acto de su
presentación. Y ocurre en su bautismo. Era necesario, aún libre de pecados, que
se bautizará para que el Padre lo descubriese como su Hijo predilecto y el
enviado y recibiese al Espíritu Santo. Y teniendo a Juan, quien le había
preparado el camino, como testigo principal.
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