Si miras para atrás te darás
cuenta que tu vida ha ido ganando en estatura, desarrollo y conocimientos. No
hay ninguna duda que vamos perfeccionándonos cada vez más y nuestra meta es
llegar a la perfección. Pero, para eso necesitamos estar abierto a la Palabra
de Dios, porque sólo en Él encontramos lo perfecto.
La ley es la que regula
nuestra vida y la guarda del deterioro moral de las costumbres y de la
perdición. Pero, también la ley hay que saberla cumplir y darle la
interpretación debida. Para eso ha venido Jesús, para ayudarnos a interpretarla
siempre en y para beneficio del hombre.
Él es el Camino, la Verdad y
la Vida y su Palabra está por encima de la Ley y los Profetas. Él es el anuncio
del Mensaje de Salvación. Él es más que Salomón con todo su esplendor. Él es el predilecto del Padre a
quien tenemos que escuchar y obedecer.
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