Los apóstoles tuvieron una
experiencia que les ayuda a confiar y tener fe en Jesús. Después de estar
bregando toda la noche en aquel mar de Tiberíades y no poder pescar nada, ver
asombrados que obedeciendo a Jesús y haciendo lo que les dice sus redes quedan
repletas de peces.
Jesús les demuestra que Él
está por encima de las leyes de la naturaleza y que tiene poder para hacer que
su Palabra se cumpla. Jesús, en una palabra, les demuestra que es el enviado,
el Mesías, el Hijo de Dios Vivo.
Y los apóstoles reaccionan
dándose cuenta de quién es. Es Juan el primero que le reconoce y lo transmite.
Es Pedro, como siempre, el primero en reaccionar y se lanza al mar. Sin
embargo, la sorpresa les deja paralizados y no se atreven a preguntarle. Sucede
que también a nosotros nos deja mudo ante los demás y no damos el testimonio
esperado.
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