No es fácil para cada uno de
nosotros tener una experiencia clara y firme sobre la Persona de Jesús. Nuestra
naturaleza está herida y nos nubla la mente y la vista, y quizás no nos damos
cuenta de la presencia del Señor en nuestras vidas.
Sabemos que los apóstoles no
le reconocían cuando se presentaba ante ellos. Posiblemente, a nosotros nos
ocurra igual, pero eso nos debe ayudar a no desesperar sino a insistir en
querer verle y escucharle. A pesar de nuestra torpeza y dificultar para
comprender.
Él nos lo ha dicho: pidan y
se les dará; llamen y se les abrirá; busque y encontraran. Y si nos lo ha
sugerido es porque quiere ayudarnos y darnos todo aquello que le pidamos para
nuestro bien y para poder encontrarnos con Él. Porque, es Él quien nos busca y
nos ha venido a salvar.
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