jueves, 2 de mayo de 2019

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Por nuestra experiencia observamos que todo lo de aquí abajo, a pesar de darnos momentos de placer y satisfacción, son cosas pasajeras. Al final no nos llena plenamente y, menos, eternamente. Pasan y son perecederas. Y lo que perece no vale.
                          
Lo de arriba está por encima de todo porque pertenece al cielo y es eterno. El Señor no es de este mundo y su Reino permanece siempre. Es pleno y eterno. Por lo tanto, caminar con la mirada puesta en este mundo es perder el tiempo, tesoro de nuestra vida y en el que podemos ganar la eternidad.

Procede entonces levantar la mirada y mirar hacia arriba, porque es de arriba de donde viene el Señor y Él está por encima de todo. Nuestra vida, aquí abajo, tiene sus días contados y, de agarrarnos a ella, sin esperanza. Nuestra esperanza está en Aquel que viene de arriba y nuestra fe en Él nos da la Vida Eterna.

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