El Evangelio de hoy me
alumbra la actitud que debo tener en mi cotidiano peregrinar a lo largo de mi
vida, y en donde debo sustentarla. Sin lugar a duda que, a lo largo del camino,
habrá tempestades, adversidades, dudas, tribulaciones y luchas constantes,
pero, dependiendo de la roca en la que me apoye podré resistir y sostenerme.
Descubrir ese apoyo en el
camino es la clave de mi firmeza. Descubrir que la roca que me sostiene no se
encuentra en las cosas y poderes de este mundo es todavía más importante,
porque eso me moverá e inducirá a buscarla. Y el que busca encuentra, al que
llama se le responde y al que toca se le abre.
Esta humilde reflexión debe
animarme a poner todo mi empeño en apoyarme en la verdadera roca firme que garantiza
la firmeza de mi vida y la sostiene con sentido y esperanza frente a todas las
adversidades, tempestades y peligros que en mi andadura y peregrinar encontraré
en el camino hacia la Casa del Padre.
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