No es que no te consideres
perdonado, pero hubieses preferido no haber caído en la miseria del pecado. Y
eso te duele aunque el perdón te llegue al corazón y te libere de tus culpas.
Pero, siempre, el buen gusto te molesta por haber fallado.
Es bueno insistir en no
alejarse del sacramento de la confesión. Es bueno estar en constante revisión y
tratar de mejorar en perfección en cuanto al amor. Experimentas que es difícil
y que te pierdas en ese inmenso mar donde cada ola puede representar un
problema.
Por eso, medir a cada
instante nuestro amor al Señor referenciado en el amor a los demás es una buena
ocasión para calibrar nuestro camino y nuestro deseo de seguir en plena
obediencia el mandato de amar como el Señor nos ama.
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