lunes, 15 de julio de 2019

Resultado de imagen de Mt 10,34--11,1
En muchas circunstancias de nuestra vida los afectos, emociones y pasiones nos superan y las anteponemos al amor a Dios. Y también nuestros intereses y bienes. Por eso, el Señor nos advierte: El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí.

Es triste ver como rezamos y rezamos novenas y rosarios y hacemos incluso muchos actos de piedad, pero, si ante nuestros afectos e intereses, Dios no está primero, todo lo que hacemos no nos vale para nada. Lo primero es amar a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente.

Y, continúa, al prójimo como a ti mismo. Eso significa que Dios tiene que ser lo primero y el centro de tu corazón, y ese amor tienes que volcarlo en tu prójimo. De eso se trata y es eso lo que te dará la Vida Eterna. Lo demás si no sirve para vivir esta realidad en tu propia vida se queda en nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.