No es nada nuevo que hoy experimentemos
estos problemas. Jesús nos lo ha dicho claramente. Su propuesta de amor, nunca
vista ni propuesta por nadie, responde a la solución del mundo. Un Amor que nos
viene de Dios y que es grande, dignifica al hombre y da vida. Un Amor del que
nace la paz.
Sin embargo, esta vivencia
del amor nos traerá las mismas complicaciones que ha sufrido Jesús, pues el
discípulo no es más que el maestro. Padeceremos persecuciones, violencias y toda
clase de injusticias que tratarán de hacernos la vida imposible. Ante esta
realidad, Jesús nos da ánimo y esperanza para enfrentarnos en la batalla de
cada día.
En este contexto de difícil
solución y lleno de peligros, Jesús nos sugiere que seamos sagaces como
serpientes y sencillos como palomas. Nos anima a que no tengamos miedos, pues a
la hora de dificultades y peligros se nos sugerirá lo que tendremos que decir,
pues no seremos nosotros sino el Espíritu del Padre que hablará por nosotros.
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