La vida se nos complica desde
el momento que decidimos seguir al Señor. Su camino es un camino de salvación,
pero salpicado de peligros y de egoísmos que ocasiona el pecado. El amor, del
que nos habla Jesús, es la fuerza que nos hace feliz, pero, nos exige renuncias
y morir al pecado.
Y todas las cartas que el
mundo nos presenta nos inclinan a pecar. El hecho de sentirnos esclavizados nos
confunde y nos hace pensar que no somos libres cuando aceptamos el pecado como
alejamiento del amor y, por supuesto, de Dios.
Ante todo esto nos jugamos la
Vida. La Vida con mayúscula que es la que nos da la fe. Una vida que ya
empezamos a vivir desde este momento experimentando el gozo, la alegría y
experiencia de sentirnos indestructible ante las amenazas del pecado.
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