La envidia está siempre en la
puerta del vecino, porque una de los peligros de los vecinos o paisanos es que
tú no puedes estar por encima de mí. Y si lo estás te exijo un trato diferente
y unas pruebas que me demuestren tu superioridad.
Sucede eso también en las
familias. El artista no es valorado dentro de la familia lo mismo que fuera de
ella. El trato es diferente. Y es que al conocer a las personas se le ve de
otra forma se quiere ser como ellos o se les envidia por lo que son.
Todos vivimos esas
experiencias y nos cuesta admitirlas, pero la realidad es esa. Nadie es profeta
en su tierra y Jesús, aún queriendo a sus paisanos no puede llegar a ellos
porque le han cerrado sus corazones. Se escandalizan de sus Palabras y de su
Sabiduría. Podemos preguntarnos, ¿no ocurre a nosotros lo mismo?
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