Los apóstoles experimentaron
el Tabor y su inmediato deseo fue quedarse en él, pero Jesús les enseño que sus
caminos estaban en el mundo. Y lo mismo nos ocurre a nosotros, tenemos que
seguir caminando en el mundo que hemos nacido, porque él es el camino para
llegar al verdadero.
No somos de este mundo, pero
vivimos en él y en él tendremos que probar nuestro amor a Dios y nuestro amor a
los hombres, hijos de Dios también. Y eso tendremos que hacerlo conviviendo con
las reglas y la justicia de este mundo. Es decir cumpliendo sus leyes y
tratando de transformarlo en leyes justas y dirigidas al bien común.
Buscar el bien común y la justicia
es una manera de ser sal y luz del mundo, y es esa nuestra misión también.
Vivir transmitiendo ese sabor a la verdad, a la justicia y a la fraternidad.
Pero, siempre partiendo y contando con el Espíritu Santo que nos auxilia, nos
fortalece y nos ilumina para que hagamos las cosas según la Voluntad de Dios.
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