Jesús nos previene de
nuestras ambiciones y nos advierte que ser de los primeros no consiste en ser
mayor en poder, sino todo lo contrario. Se trata de ser pequeño y sencillo como
si de un niño se tratara. Y eso significa confiar en el poder de Dios.
Porque, un niño es el que
depende de sus padres y sabe que sin ellos su mundo se complica y se encuentra
perdido. Todo su poder y sus fuerzas están depositadas en el amor y la
protección de sus padres. De ellos depende su vida.
Igual debemos de comportarnos
nosotros. Tener un corazón como un niño consiste en considerarme tan pequeño
hasta reconocer que mi vida está en manos de mi Padre Dios, y de Él dependerá
mi salvación. Aprender a confiar, obedecerle y a dejarme llevar por sus
mandatos será mi mayor tesoro.
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