No es fácil ayudar, porque la ayuda no consiste en dar
limosna sino en aportar tus bienes para solucionar las carencias del otro.
Pero, una ayuda comprometida que trata de liberar al otro de ser siempre el
beneficiario y de que se convierta en otro dador y se multiplica la dádiva.
Por eso, Jesús nos enseña a compartir y en la multiplicación
de los peces y panes nos pide nuestra colaboración. En verdad Él lo hace todo,
pero quiere que nuestra actitud sea compasiva y esté entregada a dar. No quiere
obligar ni comprometer a nadie, sino corazones dispuestos a amar.
Nos pide voluntariedad y disponibilidad a dejarnos
transfigurar por Él y a entregarle nuestros corazones para que, por su Gracia,
sean transformados en unos corazones misericordiosos y dispuestos a darse en y
por el bien de los demás.
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