En el Evangelio de hoy,
Jesús, nos descubre y nos enseña cómo y cuánto nos quiere su Padre Dios. Y nos
lo dice de una forma sencilla y muy clara. Todos lo entendemos y lo hemos
experimentado, pues cuando perdemos algo que significa algo importante para
nosotros nos preocupamos por rescatarlo.
Y Jesús nos describe el gran
Amor que nos tiene hasta el punto de entregar a su Hijo para, con su muerte,
salvarnos a nosotros. Nos lo dice y explica con las parábolas de la oveja y la
moneda perdidas. Pero, también con la del hijo prodigo o Padre Misericordioso.
Nos descubre nuestra
individualidad y nuestro egoísmo. Nos desnuda para que veamos nuestra envidia,
nuestros juicios y nuestros deseos de venganza. En el hijo menor y mayor nos
retrata para que tengamos confianza en el Padre y nos dejemos querer por su
Amor Misericordioso e Infinito.
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