No es cuestión de quedarnos
anclados en el pasado, sino de preguntarnos si hoy nuestra fe se transmite de
la misma manera poniendo toda su confianza en el Señor. Porque, eso se puede
decir de la misma manera, pero se descubre en la forma de vivir en tu vida. Y
ahí no hay alternativa. Se vive según se cree.
Es verdad que las apariencias
pueden engañar y de hecho ocurre, pero, al final, tarde o temprano emerge la
verdad. Claro, sin antes dejar un daño irreparable de escándalo en muchas
personas. Por eso, seamos fieles a la verdad y será siempre mejor, antes de
escandalizar, mostrarte según tu fe.
Pero, siempre está la
esperanza de suplicar e insistir en pedir esa fe. Esa fe que, confiado en la
Misericordia de Dios, podamos abrir nuestro corazón para que en él el Espíritu
Santo derrame toda su Gracia para que nuestros ojos vean como aquel centurión.
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