Hoy en la Iglesia hay muchas
críticas y muchos descontentos. Desde dentro de la misma Iglesia y entre sus
miembros, tanto clérigos como seglares, surgen desacuerdos y diferentes formas
de ver las cosas respecto a la liturgia o formas de celebrar. Y siempre hay
descontentos y diversas formas de interpretar.
En cierta manera, pienso que
hasta puede ser lógico, porque esas actitudes nos ayudan y nos exigen
comprendernos, dialogar y, sobre todo, amarnos. Desde el principio sucedió eso
en la misma comunidad que formó Jesús con los apóstoles. Recordemos el episodio
de los hijos de Zebedeo.
Las comunidades son ejemplos vivientes
de todo esto que comentamos. Las órdenes religiosas costaron sangre y
reformarlas fueron causas y ocasiones de sufrimientos. Cuando unos dicen esto,
otros dicen lo otro, Pero, lo verdaderamente importante es que hoy, después de
mucho tiempo, la Iglesia sigue en pie.
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