Es posible que a nosotros
también nos suceda eso. Hay muchos momentos que experimentamos alivio y alguna
situación extrema y grave nos haya salido bien. Lo adjudicamos a la suerte sin
darnos cuenta que nuestro Padre Dios está presente en cada uno de los momentos
de nuestra vida.
Dios pasa por nuestra vida,
pues, quieras o no, somos sus hijos y nos ha creado para que, salvados del
pecado por los méritos de su Hijo ofrecido voluntariamente en una muerte de
Cruz, vivamos felizmente y eternamente junto a Él compartiendo su Gloria.
Y no es indiferente a
nuestros problemas y situaciones. Eso sí, permite todo aquello que nos sirva
para mejorar y crecer como personas e interviene contando siempre con tu
permiso, pues si te cierras a su intervención respeta tu libertad. Por tanto,
quien se precie de ser inteligente y tener sentido común, lo más sensato es
abrir su corazón a Dios.
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