Hoy la figura de Herodes nos
parece lejana, pero la realidad es que está tan cerca de nosotros que incluso
podemos encontrarlo dentro de nosotros mismos. Porque, también nos puede pasar
que somos nosotros mismos los que esquivamos el encuentro con Jesús. Oímos
hablar de Él, pero nuestras comodidades y apetencias nos paralizan ante su
encuentro.
Y mientras nos sometamos a
las seducciones de este mundo nos será muy difícil, por no decir imposible,
encontrarnos con Jesús. Se hace necesario despojarnos de toda ambición, de toda
soberbia e incluso de apartarnos muchas veces de nuestra razón para entender
que sólo abajándonos con sencillez y humildad haremos posible el encuentro con
Jesús.
Tratemos de salir de nosotros
mismos para, muriendo a nuestros proyectos y vanidades, dejemos nuestra tierra
limpia para, bien cultivada y abonada, permitir que la semilla de la fe crezca
en nosotros y dé los frutos que nos acerquen al encuentro con Jesús.
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