Acaba el Antiguo Testamento y empieza el Nuevo. Juan el
Bautista está a caballo entre el viejo y el nuevo. Él se erige en la figura que
le da inicio y anuncia que ya está próximo el Reino de Dios. Anuncia que está
entre nosotros y prepara su camino.
Ha llegado la hora y Juan bautiza con agua y prepara para un
bautismo de conversión. Anuncia que vendrá uno que es anterior y más grande que
él, a quien no es digno de desatarle el cordón de su sandalia. Y que ese
bautizará con Espíritu Santo y fuego perdonando todos nuestros pecados.
Juan nos invita a convertirnos y a cambiar de vida. Y señala
al que ha de venir como Mesías, ya anunciado por Isaías – Is 7, 10-14 – que salvará
a todos los hombres liberándolos de sus pecados. Se trata de escuchar sus
palabras y abrir nuestros corazones para acoger al Señor que nace. Amén.
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