Experimento, Señor, que
cuando apoyo mi vida en mis propias fuerzas me cuesta levantar el vuelo y no
alcanzo la altura necesaria para mirar el horizonte y el futuro con elevadas
esperanzas. En lugar de vislumbrar un horizonte limpio y nítido, tal y como
deseo, encuentro un horizonte espeso, negro y opaco que me impide ver el camino
y sentido de mi vida.
Experimento que mis propias
fuerzas no me sostienen y mi vida se tambalea como una veleta movida por el viento,
sin rumbo ni dirección, tal y para donde sopla el mundo, sometiéndola y
esclavizándola a sus fuerzas y caprichos. Entonces, Señor, descubro con gran
esperanza que sólo Tú me sostienes y me alivias. Tú, Señor, eres mi apoyo y mi
descanso.
Por todo ello, Señor, en la
larga o breve travesía de mi larga o corta vida, descubro que sólo Tú eres mi
esperanza, mi descanso y mi vida. Y sólo tu presencia da sentido a mi vida, que,
sin Ti, queda atormentada y sometida a los vientos de las pasiones,
concupiscencia y apetencias que este mundo falso, caduco y mentiroso me
presenta.
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