A medida que caminas vas
entendiendo que el camino no es fácil. Hay momentos más duros que otros; hay
momentos de alegría y gozo, pero también de sufrimientos y lucha. Hay un constante
desafío en sostenerte firme y no dejarte vencer por esa lucha interior que te
reta.
Juan, consciente de esa realidad
nos propone una lucha constante y una preparación para la lucha contra la
concupiscencia que no provoca y amenaza. Nos habla de lucha, de renuncias y de
conversión. Y nos avisa de que viene Aquel al que él no es digno de desatarle
el cordón de su sandalia.
Observamos que todos aquellos que
se han entregado al seguimiento de Jesús han pasado por momentos de sacrificio
y renuncia. Jesús no has enseñado ese camino con su propia Vida. Él ha ido
siempre delante mostrándonos el Camino,
la Verdad y la Vida, porque, precisamente Él lo es. Tratemos de imitarle con la
ayuda del Espíritu Santo. Amén.
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