No estás en este mundo de sobra, ni para aprovecharte de
todo lo que te dan los demás. Estás para dar y recibir amor y hacer, en la
medida de tus talentos y capacidades, un mundo mejor. Pero, no por tus propias
fuerzas, sino conectado a la acción del Espíritu Santo.
Posiblemente, tendrás tus planes y tus proyectos como José y
María, pero, también el Espíritu Santo tiene para ti lo que Dios quiere de ti,
que, busca tu bien, tu felicidad y te señala el camino y espera que te abras,
como María y José, a su Palabra para que, con su Gracia, la cumplas.
Por eso, tu vida camina en una vigilancia activa, atenta y
perseverante. Es decir, no puedes cerrar los ojos ni relajarte. La espera es
constante, diaria y activa, porque, el Señor nace todos los días y todos los
días es Navidad.
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