En todo camino se necesita pararse
y dedicar tiempo a orientarnos y a saber a dónde vamos. Porque, podemos
perdernos si vamos despistados y sin saber muy bien cuál es nuestro destino. Se
hace necesario prepararnos y reflexionar sobre el recorrido de nuestra vida. De
no hacerlo podemos perdernos.
Era necesario advertir de que
nuestra vida tiene un camino de salvación. Era necesario anunciar esa Buena
Noticia, y Juan, llamado el Bautista, dedica su vida, elegido y concebido en el
vientre estéril de su madre Isabel, por la Gracia de Dios, a anunciar la
llegada del Mesías prometido.
Consagra toda su vida a anunciar
que el Reino de Dios está entre nosotros y nos invita a convertirnos y
bautizarnos con agua. Un Bautismo de conversión y perdón que nos prepara para
quien, anunciado por Juan, nos Bautizará con Espíritu y fuego – Mt 3, 11 - .
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