En principio y analizada repentinamente nos parece no
entender lo que Jesús dice cuando le comunican que su Madre y sus hermanos
están ahí afuera. La respuesta de Jesús nos deja un poco extrañados, pero,
reflexionada con detenimiento la entendemos y nos satisface.
Es verdad que los vínculos de la sangre nos unen
fuertemente, pero, por encima de ellos está la fe en nuestro Padre y en su
Hijo. Y esa fe nos une tan fuertemente que nos hermana por encima de razas,
diferencias, pueblos y hasta enemigos. Todos quedamos unidos por la fe en el
Señor.
De manera que, a pesar de los vínculos de sangre que nos
une, estamos más unidos y somos verdaderos hermanos por el hecho de ser todos
hijos de Dios y hacer su Voluntad. Por tanto, son mis hermanos aquellos que
hacen la Voluntad de Dios, y María, su madre, la primera, pues son de ellas
estas palabras: “Hágase en mí tu Voluntad”.
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