En todo momento nos sentimos acompañados por Jesús y Él está
con nosotros en los momentos buenos y de alegría, pero también en los de
sufrimientos y dolor. Por lo tanto, cuando determinamos hacer algo debemos ser
consecuentes con nuestra fe y dar razones de coherencia y solidaridad.
No se trata de hacer las cosas por imposición o por aparentar
que somos solidarios, sino cuando realmente la situación lo exige. Simplemente,
debemos actuar cuando nuestro corazón nos impulsa a solidarizarnos con aquel
que sufre o que se alegra sin pensar en simular actitudes que no nacen de
buenas intenciones.
Jesús busca nuestra felicidad y esa felicidad pasa por vivir
en la verdad, la justicia y el amor fraterno. Experimentamos que cuando vivimos
de esa forma y en esas actitudes somos felices, sin descartar que haya momentos
que el dolor nos exige sufrir y ayunar con aquellos que lo padecen.
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