sábado, 18 de enero de 2020

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Jesús no viene a convencer a nadie sino a liberar al mundo de su pecado. Y en ese mundo estamos todos. Y el pecado del mundo es consecuencia de todos los que en él vivimos. Y todos queremos y deseamos ser liberados, porque nadie quiere vivir en un mundo de pecado.

Pecado de soberbia, de mentira, de injusticia, de odio, de venganza, de esclavitud, de poder, de riqueza, de humillación, de ira, de…etc. Vivimos en un mundo de pecado por el pecado de los hombres. Y todos queremos ser liberados, incluso los poderosos, aunque se resistan a dejarse liberar.

Porque, el poder corrompe y cansa y no da la felicidad. Y queremos ser felices. Una felicidad que se encuentra en la humildad, en la justicia, en la verdad y en la paz. Una felicidad que nos la trae Jesús en el amor y la misericordia, y cuando nos damos cuenta nos sentimos bien, mejor y felices.

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