Lo peor que nos puede pasar es el inmovilismo, o el esperar
que todo cambie sin mover nosotros un dedo. El tiempo corre y se nos va y
dependerá de nosotros que nos decidamos a dar un paso al frente y buscar la
Fuente de la Vida que está en el Señor.
Como aquel leproso que esperó su oportunidad para salir al
paso de Jesús y pedirle que lo limpiara, también nosotros debemos estar atentos
y vigilantes para salir al encuentro de Jesús y pedirle que nos limpie de
nuestras lepras.
Lepras que nos lastran nuestras vidas y nos alejan del
verdadero camino de salvación. Lepras, que muchas veces no detectamos en
nuestros cuerpos, pero que se apoderan de nuestros corazones expulsando a Dios
de él. Digamos, junto con aquel leproso, «Señor,
si quieres, puedes limpiarme».
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