En el corazón del hombre hay
un deseo de responder al daño recibido. Es decir, que cuando eres ofendido tratas,
como si de manera instintiva se tratara, de responder con la misma moneda y
hasta con mayor agresividad. Cuando te planteas seguir a Jesús todo se orienta
de otra manera.
Porque, seguir a Jesús
significa estar dispuesto y abierto al perdón. Y un perdón que se extiende a
todos, incluyendo el perdón a los enemigos. Indudablemente, ese perdón ofrecido
al enemigo es contrario a nuestra naturaleza y para poder asumirlo y vivirlo
necesitamos la Gracia de Dios.
Por eso, en nuestro bautismo
recibimos al Espíritu Santo para que nos asista y auxilie en esos momentos
donde tenemos que sobreponernos y perdonar a nuestros enemigos hasta el extremo
de amarlos y servirles. Y eso sólo se puede conseguir injertados y abiertos al
Espíritu Santo. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.