En las tormentas de nuestras vidas nos asustamos y nos
olvidamos de las promesas que Dios nos ha hecho. Tener fe es mantenernos firmes
y creer en Él. Eso no está en contradicción con que sintamos miedo y
preocupación, pero con la esperanza de que el Señor cumplirá lo que nos ha
dicho.
Creer en Dios es creer en su Palabra y en lo que nos ha
prometido en ella. Creer en Dios es creer en Jesús, el Hijo enviado y en todo
lo que se cumple en Él. Creer en Dios es preguntarnos por lo que esperamos y en
quien confiamos. Es saber y discernir en quien ponemos nuestra vida.
Sin embargo, sabemos que esta vida se nos ha dado gratis y
se nos ha confiado a nuestra libertad y responsabilidad. Somos los
administradores de nuestras vidas y como tal tenemos que dar cuenta en la hora
final. Por tanto, conviene ir de la Manos del Creador, Señor y dador de vida, y
vivir en su Voluntad.
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