domingo, 2 de febrero de 2020

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Jesús viene a salvarnos de la esclavitud y a liberarnos del pecado, que significa la muerte. Él, limpio de pecado, nos indica el camino para sostenernos firmes y purificados, por su Gracia, del pecado, que nos lleva a la muerte.

Pero, esa liberación exige nuestra disponibilidad y nuestra colaboración. Hemos sido creados libre y, por lo tanto, capaces de aceptar o no. Y el Espíritu Santo, recibido en nuestro bautismo, no moverá un dedo para liberarnos sin nuestro permiso. Y eso significa que nuestra libertad debemos ponerla a disposición del Espíritu.

Porque, como Simeón, será el Espíritu Santo quien nos moverá y nos conducirá por el verdadero camino que nos lleva a purificarnos, por la Gracia, y a vivir en la Voluntad de nuestro Padre Dios. Voluntad que nos liberará de la esclavitud del pecado.

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