En nuestro bautismo recibimos
el Espíritu Santo y, llegado nuestro momento, somos enviados por la Iglesia a
dar testimonio de esa Buena Noticia que nos salva y que ha triunfado sobre la
muerte. Y lo hacemos con nuestra manera de vivir y auxiliado por ese Espíritu
Santo que hemos recibido.
Sabemos de nuestras
debilidades y de que, por nuestras fuerzas no podemos ni convencer ni ser
testigos, pero, por la Fuerza del Espíritu Santo todo cambia y todo se
transforma si se abren a su acción e impulso. Porque, dentro de cada uno de
nosotros habita el Espíritu de Dios.
Somos templos de Espíritu
Santo y estamos llamados a una vida eterna. Una vida plena de gozo, de
felicidad y de amor, pero una vida que, primero, tiene que pasar por la prueba
de la fe que la manifiesta en las adversidades que la vida le presenta. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.