No merecemos la salvación ni el perdón.
Nuestros pecados nos delatan y la justicia humana nos condena. Así ocurre en la
parábola de aquel rey que ajustó cuenta con sus siervos y le fue presentado uno
que no podía saldar su deuda y postrado ante su rey le rogaba perdón. Y le fue
concedido.
Somos perdonados por la Misericordia
Infinita de nuestro Padre Dios, porque, nuestra deuda nos será imposible pagar.
Somos finitos y Dios es Infinito, la distancia es insuperable e inalcanzable
para el hombre. Nuestros pecados, para ser perdonados, necesitan naturaleza
infinita
Y eso nos lo ha sido dado y regalado
voluntariamente por su Hijo, nuestro Señor, con su muerte en la Cruz. Nos ha
amado, como Mesías enviado, hasta el extremo de dar su Vida por la nuestra. Y
ese mérito si ha valido para saldar nuestros pecados y, por la Misericordia de
Dios, darnos la Vida Eterna en plenitud.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.