Nuestra vida no escapa a las
tentaciones que ya están escritas en su corazón. Todos ambicionamos riquezas,
poder y prestigio. Todos queremos ser ricos, poderosos y reconocidos como
personas buenas y grandes. Pero, ¿son estas cosas las que nos darán la verdadera
felicidad que buscamos?
Está claro que para soportar
y vencer las tentaciones de nuestra vida necesitamos una fuerza especial que no
está ni tenemos dentro de nosotros. Nuestra naturaleza humana está herida por
el pecado y, para escapar a él, necesitamos el auxilio del Espíritu Santo que
nos fortalecerá para superar y vencer esas tentaciones.
Y, aunque conviene y es
necesario invocarlo, tenemos que saber y tener conciencia que el Espíritu Santo
ya ha venido a nosotros en la hora de nuestro bautismo. Y no hay diferencia, es
el mismo que abajó sobre nuestro Señor Jesús en la hora de su bautismo en el
Jordán. También está con nosotros y con Él podemos superar todos los
obstáculos.
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