Supongo que aquel funcionario real tenía la fe de que
Jesús, del que había oído hacer milagrosas curaciones, podía también curar a su
hijo. Y no sólo fe, sino también perseverancia, porque insistió en buscarlo y
en pedírselo. De alguna manera se puso en camino y eso exige perseverar en esa
idea.
Exige perseverancia, pero también coraje, valor y
tomar riesgos. Riesgos que comportan también confianza y fe. No se podrá pedir
nada si no se tiene fe, si no se persevera y se tiene coraje para persistir en
ese objetivo. Diríamos que la oración tiene que tener esos componentes.
Fe, es decir, confianza en que el Señor te escucha y
atenderá tu petición según convenga y sea para tu bien o el de otra persona.
Perseverancia e insistencia, porque, el mismo Señor nos lo ha dicho. Y el coraje
de, confiado en la Palabra del Señor, saber que te atenderá y tendrá compasión
de ti.
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