El gran error del demonio es que, conociendo al Dios,
le rechaza porque quiere ser como Él. Se rebela contra la Voluntad de Dios y se
resiste a cumplir con ella. Por eso es arrojado al infierno donde tiene lugar
el crujir y rechinar de dientes. Por eso, teme a Jesús y se atormenta con su
presencia.
El demonio, por tanto, huye de Jesús y quiere
tentarnos a nosotros para que también nosotros huyamos de Jesús. Quiere
convencernos que sin Jesús podemos ser alcanzar la felicidad. Mentira tras
mentira, porque, este mundo, cuyo príncipe es el demonio, es un mundo caduco y
de perdición.
Tú y yo, es decir, nosotros, no tenemos que huir de
Jesús. Nos sabemos amados por nuestro Padre Dios y liberados por su Hijo, el
Mesías enviado, para, viviendo en su Palabra y orientados por el anuncio de la
Buena Noticia de salvación, seguir su Camino, su Verdad y Vida.
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