Estamos tan ciegos que damos más valor a nuestra vida corporal que a nuestra vida espiritual o alma. Acudimos a que nos curen el
cuerpo, pero, no lo hacemos con tantos deseos o urgencia cuando se trata del
alma. Nos preocupa más nuestros dolores físicos que espirituales.
Estamos dispuestos y prestos a curar nuestras
dolencias y parálisis corporales, pero, ¿las de nuestra alma? ¿Somos
conscientes de nuestros pecados y de nuestras ofensas a nuestro Padre Dios? ¿Y
nos damos cuenta de lo que estamos arriesgando y poniendo en peligro?
Y es que nos sorprende que nuestros pecados sean
perdonados, porque, ni vemos ese perdón ni tampoco nos molesta mucho. Incluso,
tenemos la duda de que sean perdonados. Y es que si no experimentamos la
sanación y liberación de nuestras culpas, no estamos entendiendo la
Misericordia de nuestro Padre Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.