martes, 21 de julio de 2020

Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi ...
En algunos momentos pensamos que el poner a nuestro Padre Dios en el primer lugar de nuestra vida y la primera opción de nuestro corazón, posterga a la familia y a nuestros seres más próximos y queridos. Y es todo lo contrario.

Amar a nuestro Padre Dios y ponerlo en el centro de nuestros corazones nos ayuda a amarnos más entre todos nosotros. En la medida que Dios, nuestro Padre, sea el centro de nuestra vida, trataremos a nuestras familias y otros en general de una forma más misericordiosa y amorosa.

Porque, si así nos trata nuestro Padre Dios, así quiere que también nosotros nos relacionemos y nos tratemos los unos con los otros. De esa forma, nuestra relación con Dios nos compromete y nos ayuda a ser mejores con nuestras esposas/os, con nuestros hijos/as, y con todas las demás personas.

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